Ana Catalina Monge R.
Liberación de las Patentes de Invención y distribución poco equitativa para combatir la Pandemia por el Covid 19. ¿Qué nos espera?
Las Patentes de Invención tradicionalmente han cumplido a nivel mundial una función de incentivo para la inversión en desarrollo e investigación. Una vez que finaliza su protección de explotación exclusiva se convierte en un elemento fundamental en la transferencia de conocimiento. La experiencia indica que, en la industria farmacéutica a través de los años, por el otorgamiento de un derecho de propiedad intelectual, específicamente de la patente de invención, se ha generado un enorme estímulo para un desarrollo acelerado y una constante innovación en este campo. Siempre existirán detractores de este tipo de derechos; pero incluso las compañías de productos genéricos necesitan de ese I+D que generan las grandes compañías farmacéuticas. Sin embargo, ahora se debate mundialmente si para el caso específico de las vacunas contra el Covid 19, es momento de hacer una excepción a este modelo tradicional de protección y las patentes de invención relacionadas deben ser liberadas para que exista un mejor acceso a la población mundial.
Con el anuncio reciente de el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden ante su solicitud para que las patentes de invención relacionadas con estas vacunas sean liberadas temporalmente se ha empezado a discutir en el seno de la OMC, el sector farmacéutico y en general en los países desarrollados la conveniencia de esta estrategia, Alemania por ejemplo están en contra. Esta solución enfrenta varias situaciones complejas. Técnicamente hablando esta posibilidad no es tan sencilla, al tomarse en cuenta que estas patentes de invención han sido desarrolladas con base en diferentes procesos y tecnologías que a su vez están también protegidas por patentes. De no protegerse estas nuevas tecnologías existe el riesgo de desincentivar su desarrollo, muchas de las compañías que han generado estas tecnologías dependen económicamente de las patentes. De forma ilustrativa se ha indicado que las vacunas de Pfizer y Moderna usan una tecnología tan única que pocas personas saben en este momento como usarlas y producirlas. Desde el punto de vista de posibilidad material de producción tampoco es sencillo, aunque se pudieran liberar estas patentes, factores como el tiempo, la trasferencia del conocimiento, los recursos materiales, el aseguramiento en la calidad y seguridad del proceso de producción y la infraestructura necesaria harían poco viable esta posibilidad a corto y mediano plazo. El mundo no dispone de tiempo para estos debates, las personas están enfermando y muriendo a gran escala.
Todo apunta a que el camino a seguir no es la liberación de las patentes sino otras opciones tales como la aprobación de licencias temporales voluntarias y estableciendo convenios para subcontratar con otros fabricantes potenciales y compartiendo el conocimiento sin restricción geográfica. Aquellos países que han contratado y comprado más dosis de las que necesitan deberían de forma inmediata venderlas o donarlas a los países que más las requieran, debe lograrse una equitativa distribución y oportunidad de adquisición de las vacunas en todo el mundo, especialmente en los países no desarrollados y pobres. Ciertamente el argumento más fuerte del por qué las vacunas han sido acaparadas por los países más ricos es que las compañías farmacéuticas que las han desarrollado (que son originarias de esos países y han recibido apoyo por parte de sus Gobiernos) necesitaban asegurarse desde el punto de vista económico, del retorno efectivo e inmediato de sus inversiones; pero esta etapa ya se ha ido cumpliendo eficientemente. Ahora estos mismos países que compraron la mayor parte de la producción de las vacunas, como el caso de los Estados Unidos y Canadá, se han dado cuenta de que no basta con que sus habitantes sean vacunados ya que ahora experimentan incluso un superávit y en algunos casos se está empezando a realizar donaciones; mientras el resto de la población mundial sigue contagiándose y muriendo, lo cual afecta también a sus propios intereses, sus economías, el intercambio comercial y el turismo.
Algunos estudios han indicado que, ante la desigualdad tan importante en la distribución de las vacunas, el noventa por ciento de los habitantes de los 70 países pobres no tendrán acceso a vacunarse contra el covid-19 este año. Lo anterior también ha generado otro fenómeno muy peligroso que es, ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas, algunos países de recursos medios y bajos están intentando adquirir vacunas que no han sido debidamente aprobadas por las entidades internacionales de salud, lo que pondría aún más en riesgo la tasa de contagio y mortalidad. Otro dato lamentable es que se estima que los países ricos comprenden el 16% de la población mundial y han acaparado 60% de las dosis de vacunas que se han producido. Estas decisiones de los países ricos se pueden revertir muy negativamente, porque generarán que el virus se siga propagando y que nuevas cepas y mutaciones se sigan produciendo, lo que complicará aún más que las vacunas ya desarrolladas sean eficaces y al final no estarán ni sus propias poblaciones fuera de peligro. El panorama actual es que no existen suficientes vacunas para todos, en algunos países ni siquiera se ha podido aplicar la primera dosis, nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo. Por eso a partir de ahora las decisiones que tomen las autoridades de salud mundial, las compañías farmacéuticas y los Gobiernos de alto poder serán determinantes para el futuro de absolutamente todos.
Ana Catalina Monge R.
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