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Nueva política H-1B de EE. UU.: impactos económicos, sociales y estratégicos para Centroamérica
Por Marco Abellán (BLP)

Un cambio radical en la política migratoria de EE. UU.
El 19 de septiembre de 2025, la administración del presidente Donald Trump emitió una proclamación que marca un antes y un después en el uso de la visa H-1B. La norma establece que todas las solicitudes nuevas de esta categoría, utilizada principalmente por trabajadores de alta especialización, deberán acompañarse de un pago suplementario de USD 100,000. De no cumplirse, las peticiones podrán ser denegadas y los beneficiarios no podrán ingresar al país por un período de 12 meses.

El argumento oficial es proteger el mercado laboral estadounidense, reducir abusos en el programa y priorizar perfiles de mayor remuneración. Sin embargo, la medida ha generado controversia: la industria tecnológica y organizaciones empresariales anticipan demandas al considerar que excede la autoridad ejecutiva y que impactará negativamente la competitividad.

Para las compañías estadounidenses, en especial startups, pequeñas y medianas empresas, esta medida implica un aumento inmediato en el costo de contratación de talento extranjero. Este pago adicional hace para muchos casos inviable el uso del H-1B, obligando a replantear estrategias de reclutamiento, recurrir a otras alternativas dentro de los distintos programas de visas o, simplemente, limitar la movilidad internacional.

Al mismo tiempo, sectores como el tecnológico, académico e investigativo anticipan una reducción en la llegada de profesionales altamente calificados, lo que podría generar vacíos en áreas críticas de innovación.

La medida que impone un cargo extraordinario de US $100,000 a determinadas solicitudes H-1B no está exenta de cuestionamientos legales y políticos.

En primer lugar, varios analistas y bufetes especializados han advertido que podrían presentarse demandas contra la disposición, alegando que excede la autoridad del Poder Ejecutivo, y que contradice las normas de tarifas establecidas por el Congreso. Incluso algunos estados, como California, han manifestado su intención de explorar acciones legales frente a esta política.

En segundo lugar, el sector tecnológico y empresarial, principal usuario del programa H-1B, ha reaccionado con fuerte preocupación y se prevé que impulse activamente litigios o apoye iniciativas para frenar la medida, dado el impacto directo que tendría en la contratación de talento internacional.

Finalmente, debe destacarse que el futuro de la disposición también dependerá del escenario político. En Estados Unidos, los cambios de administración suelen traducirse en giros significativos en política migratoria. Una nueva administración podría modificar, suavizar o incluso derogar la medida, aunque no existe garantía de que ello ocurra de forma inmediata.

En consecuencia, el impacto de esta reforma debe analizarse no solo desde su aplicación inmediata, sino también considerando la probabilidad de impugnaciones judiciales y la posibilidad de reversión política en el corto o mediano plazo.

Centroamérica: inversión, ecosistema de talento y beneficios migratorios

Ante este escenario, Centroamérica, que concentra numerosas filiales de empresas estadounidenses y ha desarrollado un ecosistema dinámico en servicios tecnológicos, dispositivos médicos, manufactura avanzada, servicios corporativos, semiconductores, industria alimentaria e investigación científica, enfrentará impactos tanto directos como indirectos.

No obstante, la coyuntura también representa una oportunidad estratégica. La región ya cuenta con marcos de inversión y programas de estímulo para atraer capital extranjero, y retener talento especializado, los cuales varían según la legislación de cada país, pero comparten un mismo objetivo: consolidar a Centroamérica como destino de nearshoring. Entre los mecanismos más relevantes destacan:
 

  • Zonas francas y parques tecnológicos, con exenciones fiscales, facilidades de importación/exportación y acceso a infraestructura tecnológica de alto nivel.
 
  • Tratados de Libre Comercio y preferencias arancelarias, que reducen barreras y agilizan el comercio internacional.
 
  • Incentivos a la innovación y la capacitación, mediante programas de upskilling y reskilling alineados con demandas de TI, ingeniería y análisis de datos.
 
  • Beneficios tributarios para I+D, orientados a empresas que invierten en investigación, generación de empleo de alto valor agregado y transferencia tecnológica.
 
  • Estímulos a proyectos de energía renovable, con incentivos fiscales y regulatorios.
 
  • Programas de atracción de IED, que incluyen asistencia en trámites, permisos y asesoría legal para la instalación de filiales y centros de servicios.
 
  • Convenios bilaterales y regionales, que facilitan comercio, cooperación tecnológica y movilidad profesional, aspecto clave para las multinacionales que buscan alternativas frente a las restricciones de visas H-1B.
 
  • Beneficios migratorios, como visas de trabajo o residencias temporales para inversionistas y profesionales especializados, que permiten incorporar talento extranjero mientras avanzan procesos migratorios.

En conjunto, estas herramientas y programas fortalecen la posición de Centroamérica como hub regional de servicios y desarrollo, impulsando la atracción de inversión, la formación de talento y la retención de profesionales altamente calificados. Además, la existencia de convenios de movilidad regional facilita la rotación de empleados clave y el intercambio de conocimiento, sin enfrentar barreras onerosas.

De esta forma, la región no solo mitiga los efectos de la reforma estadounidense sobre la visa H-1B, sino que también capitaliza el momento para consolidarse como plataforma estratégica de nearshoring y nodo de competitividad para empresas globales.

Incentivos y ejemplos en Centroamérica


Atracción y retención de talento: los nuevos retos

La reforma H-1B redefine las reglas del juego en movilidad profesional y fuerza laboral calificada, generando tanto desafíos como oportunidades estratégicas. Con la movilidad internacional limitada, los mayores costos y las nuevas barreras para traslados temporales a EE. UU. afectan la motivación y el desarrollo profesional, lo que incrementa la competencia por talento local en la región. Esto obliga a las empresas a reforzar la retención de empleados clave y evitar la fuga hacia otros mercados.

En este panorama, Centroamérica debe aprovechar la coyuntura como una oportunidad para fortalecer su capital humano, invertir en programas de formación interna y establecer alianzas académicas y empresariales.

La clave está en reestructurar estrategias de atracción y retención, invertir en talento local y aprovechar los programas de inversión, nearshoring y beneficios migratorios para consolidar la región como un centro estratégico de servicios y desarrollo profesional. Gracias a estas políticas migratorias, Centroamérica se posiciona como una alternativa efectiva frente a las restricciones de EE. UU., permitiendo que profesionales altamente calificados que no pueden acceder a la visa H-1B u otras categorías estadounidenses se establezcan en la región, continúen su desarrollo profesional y aporten valor a filiales y empresas multinacionales, evitando así la fuga de talento hacia otros mercados.

Uno de los retos que se deben afrontar, en aras de atraer y retener talento extranjero, radica en la adecuación o reforma de los procesos migratorios ya existentes, de manera que el flujo migratorio no se obstaculice innecesariamente por la excesiva burocracia.

Un elemento clave es la cercanía con las casas matrices, la concordancia de horarios y la proximidad geográfica facilitan la coordinación operativa y la comunicación entre equipos. Esto asegura que los empleados mantengan su vinculación con proyectos estratégicos y, al mismo tiempo, potencia la retención de talento extranjero mediante un marco migratorio ágil y seguro. Así, se fortalece un ecosistema regional competitivo y sostenible de profesionales especializados.





Conclusión

La reforma H-1B de EE. UU. transforma el acceso al mercado laboral estadounidense y reconfigura la dinámica de atracción y retención de talento en Centroamérica. Para la región, representa un llamado a invertir en capital humano, fortalecer ecosistemas locales y posicionarse como hub estratégico de servicios y talento.

Bien gestionada, esta coyuntura puede convertirse en una oportunidad histórica para consolidar la competitividad regional frente a los cambios globales.


 

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